En el Perú antiguo las orquídeas tuvieron gran
relevancia en relación a ciertas especies. Por ejemplo, hace 3.000 a.C., la
cultura Chavín ya conocía y apreciaba una planta a la cual llamaban ‘huaganku’
que ha sido identificada como Masdevalliaamabilis, una orquídea terrestre y
litófita (crece sobre piedras) de hermosas flores de color fucsia intenso y de
tamaño muy variable.
De igual modo, la civilización Inca también conocía y
apreciaba una planta a la cual llamaban ‘huiñayhuayna’, según lo registra el
Inca Garcilaso de la Vega en su monumental obra, Los comentarios reales de los
incas. La flor de esta pequeña orquídea era usada como insignia militar por la
nobleza inca. El cronista cuenta cómo durante la ceremonia en la que se
integraba al joven Inca a la élite militar cusqueña se le colocaba una hoja de
esta planta sobre la cabeza.
Una investigación del autor sobre esta planta permitió
demostrar su existencia y encontró incluso una referencia del arqueólogo
peruano Julio C. Tello en 1942-1943, quien además nombró de esta forma al
conjunto arqueológico que se encuentra detrás de la montaña Machu Picchu. La
denominación científica de esta especie es Epidendrumaff. secundum, y presenta
una inflorescencia en racimo, con flores de 2,5-3 cm de diámetro; sus muy
colores varían desde el blanco al amarillo, anaranjado, rojo o fucsia
intenso.
Hace dos décadas se sabía muy poco sobre las orquídeas
de Machu Picchu. Una de las
primeras investigaciones, llevada a cabo entre 1999-2000 por los biólogos Marco
León y Benjamín Collantes, ofreció interesantes reportes y nuevos registros
para la ciencia, entre ellas las especies: Bulbophyllummachupicchuense,
Epidendrumpseudogramineun, Ponthievacollantesii, Maxillariascandens y
Odontoglossummachupicchuense.
Las recurrencia de las investigaciones han determinado
mayores logros en el conocimiento de la diversidad orquideológica del Santuario
Histórico de Machu Picchu, por lo que
es posible afirmar que su diversidad es notable. La suma de estas novedades fue
publicada por el autor (integrante del equipo de investigación de Inkaterra) en
el libro Orquídeas en Inkaterra Machu Picchu Pueblo
Hotel (2007), publicación en la que se reportaban 38 nuevos registros y dos
especies nuevas para la ciencia: Epidendrumpachacuteqianum y
Epidendrumquispei.
Desde 2007 al presente, la paciente pero continua
investigación sobre las orquidáceas del Santuario ha permitido llegar a un
centenar de nuevos registros para Machu Picchu. Si bien
los continuos hallazgos impiden precisar el número de especies existentes en el
área protegida, la proyección se ubica alrededor de las 500 especies, siendo la
mayoría de ellas epífitas (crecen sobre otras plantas), seguidas de las
terrestres y algunas litófitas.
Esta efervescencia de descubrimientos ha contribuido
en aumentar el interés de los turistas por conocer las orquídeas de Machu Picchu. El
ecoturismo enfocado en las orquídeas aún no se ha explotado de una manera
racional, excepto por las iniciativas de Inkaterra, Orient-Express y algunos
pequeños pero interesantes jardines botánicos. El potencial es grande para
apreciar a este espectacular grupo de plantas en su ambiente natural. Un factor
digno de mencionar es que buena parte de ellas puede ser observada en el
tradicional Camino Inca, sobre todo
en el tramo de Sayacmarca hacia Phuyupatamarca. Sin embargo, una de las mejores
rutas para apreciar las orquídeas del Santuario es la sección baja del Camino Inca, desde el
km 88 al km 107, entre HuiñayHuayna y Machu Picchu. En este
recorrido se puede apreciar alrededor de 50 géneros y más de un centenar de
especies, con el añadido de la fascinante riqueza paisajística del valle del
río Vilcanota. Sin duda alguna, el mejor momento para observar orquídeas en
este hábitat es la época de lluvias (diciembre a abril).
Recientemente, un nuevo registro engalana la riqueza
del santuario, Masdevalliaantonii, que con un diámetro floral de 18 cm, es una
de las especies más fascinantes. Para cierto público, el hecho de conocer
nuevos registros y nuevas especies podría considerarse como una simple
curiosidad. Sin embargo, si se integra de manera adecuada la información del
hábitat en relación a sus especies, claramente se evidencia que la
extraordinaria riqueza en biodiversidad de Machu Picchulo ubica
como uno de los mayores bancos de germoplasma del Perú y una de las más grandes
‘universidades naturales del mundo’. Para algunos, entre los que me icluyo,
mucho de ello se debe a la visión de futuro que tuvo la civilización Inca, que
nos legó esta ciudadela enclavada en medio de las cumbres empinadas del
fascinante bosque de neblina, el ‘reino de las orquídeas’.
Frente a lo expuesto, es increíble que en vez
de valorar y proteger el importante recurso que constituyen las orquídeas, se
esté llevando a cabo una depredación sistemática y acelerada. Es el caso de las
colectas de ciertas especies para ubicarlas en jardines privados o en las
inmediaciones de Puente Ruinas para ofrecerlas como parte de ‘paquetes
turísticos’. Muchas de las especies puestas en esta suerte de ‘cárceles’ mueren
y son sustituidas por otras especies que nuevamente se colectan del Santuario.
De esta forma es fácil imaginar cuántas especies nuevas para la ciencia han
secuestrado del bosque estos colectores.
Es fundamental que las autoridades pongan
mano firme al tráfico de las orquídeas de Machu
Picchu y
hagan respetar el estatus de protección que le corresponde como Santuario
Histórico.
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